Pero vuelve los ojos a estotra parte y verás delante y en la frente1 destotro ejército al siempre vencedor y jamás vencido Timonel de Carcajona2, príncipe de la Nueva Vizcaya, que viene armado con las armas partidas a cuarteles, azules, verdes, blancas y amarillas, y trae en el escudo un gato de oro3 en campo leonado4, con una letra que dice: Miau, que es el principio del nombre de su dama, que, según se dice, es la sin par Miulina5, hija del duque Alfeñiquén del Algarbe6; el otro, que carga y oprime los lomos de aquella poderosa alfana7, que trae las armas como nieve blancas y el escudo blanco y sin empresa8 alguna, es un caballero novel, de nación francés, llamado Pierres Papín9, señor de las baronías de Utrique; el otro, que bate las ijadas con los herrados carcaños a aquella pintada y ligera cebra, y trae las armas de los veros azules, es el poderoso duque de Nerbia, Espartafilardo del Bosque10, que trae por empresa11 en el escudo una esparraguera, con una letra en castellano que dice así: Rastrea mi suerte12. Y desta manera fue nombrando muchos caballeros del uno y del otro escuadrón, que él se imaginaba, y a todos les dio sus armas, colores, empresas13 y motes de improviso, llevado de la imaginación de su nunca vista locura; y, sin parar, prosiguió diciendo:
-A este escuadrón frontero14 forman y hacen gentes de diversas naciones: aquí están los que bebían las dulces aguas del famoso Janto; los montuosos que pisan los masílicos campos15; los que criban el finísimo y menudo oro en la felice Arabia16; los que gozan las famosas y frescas riberas del claro Termodonte; los que sangran por muchas y diversas vías al dorado Pactolo17;